Los Grafumos & MorenoV

 Del libro WHO is Who in NY

de Adolfo Cantú  pg 69

 

Me escribe desde Madrid- Humberto R. Huergo

 

Estimado Sr. Cantú:
Le agradezco enormemente las fotos que me ha enviado. El retrato de Cantú es extraordinario; en mi opinión, uno de los mejores retratos de Moreno Villa. Me ha encantado.
Respecto a la "tinta preparatoria", le cuento. Aunque es difícil juzgar sin tener la obra en las manos, creo que no es una "tinta preparatoria". Es un invento de Moreno Villa llamado "grafumo", es decir, 'imagen de humo', en lugar de "fotografía" o 'imagen de luz'. 

El procedimiento es un proceso químico, que consistía en dibujar encima de una placa fotográfica parecida a una radiografía. Si es así, puede darse por afortunado: Moreno Villa realizó muy pocos grafumos y la mayoría de ellos se han perdido. 



Sospecho que se trata de un grafumo por dos razones: 

Primero, porque se parece mucho a otros grafumos que he visto. Si quiere ver una reproducción, debe consultar el catálogo de la reciente exposición de dibujos y grafumos de Moreno Villa, realizada en la Residencia de Estudiantes de Madrid durante los meses de septiembre a noviembre de 2007. El catálogo se titula Ideografías (Madrid: Publicaciones de la Residencia de Estudiantes, 2007). ISBN: 978-84-96411-24-1. 

La segunda razón es ésta: tan pronto llegó a México, en el año 1937, Moreno Villa realizó dos exposiciones de dibujos y grafumos, una en la Sala de Exposiciones del Palacio de Bellas Artes (1 al 15 de julio) y otra en la Galería de Arte de la Universidad Nacional de México (1 al 15 de diciembre), donde también expuso óleos, entre ellos, el Retrato de Federico Cantú. 



Moreno Villa

 

Hombre de libros e imágenes, JoséMoreno Villa es una de las figuras centrales de la cultura española y mexicana. 

 

Vida en claroAutobiografía, publicado en México en 1944 cuando el autor contaba con cincuenta y siete años, llevaba siete de vivir en México y sentía la necesidad de dejar a su hijo, José Moreno Nieto, de muy corta edad, un testimonio personal y genealógico dirigido a su heredero, que cabe leer en otro sentido: destinado al niño interior, para dar- le cuenta de quién había sido su padre y de dónde venían sus raíces. Vida en claro. Autobiografía puede considerarse —según advierte Juan Pérez de Ayala— el libro máshermosoescritoenlenguaespañolasobrelame- moria de un individuo y su mundo. Este parecer lo com- parte también la investigadora Rose Corral en su ensayo sobre Vida en claro

Especial podíamos considerar el “estado de ánimo vivido en 1938 y 1939” que compartieron los españoles de ese tiempo. La narrativa a partir de una conversación casual, con apuntes vertidos en tono familiar, sencillo y elegante que puede evocar la andadura insensible de un monólogo inago- table que contagia a la experiencia de un manso resplandor del ensueño y donde, a través de un arte plenamente personal aunque invisible, lo que está en juego es, ni más ni menos, contar la vida entera, la historia mayor y menor, sin dejar de repasar en y desde la fisonomía personal los paisajes envolventes y acuciantes de la historia hasta transfigurarlos en símbolos como quien no quiere la cosa. 

 

a sí mismo por los caminos de la vida. Moreno Villa comprende muy pronto que: 

Era preciso leer de otro modo. Especialmente aquellos autores cuyo estilo sin estilismos me habían gustado siempre: Galdós, Santa Teresa, Juan de Valdés. Dejar a Baroja y a Unamuno, en cierto modo, si era posible; dedicar más atención a la disciplina de aquellos que construían sin torturar y sin torturarse, con la aparente sencillez de la fuente que mana. Dejar los efectismos y las truculencias (p. 339). 

El poeta de treinta y tres años que acababa de publicar su segundo libro: El pasajero, con prólogo de José Ortega y Gasset, había encontrado gracias a la pintura y a los conceptos de un autor alemán la senda perdida en la selva fervorosa del conocimiento. Esa unidad de acción inteligente se va a desarrollar en un sitio que no puede ser más auspicioso y, por ello, a su vez, dentro de la nave principal de esta arquitectura (Memoria) que es Vida en claro, se va a dibujar como un claro en el bosque un lugar, un espacio en la historia de la cultura española contemporánea de la primera mitad del siglo XX: la esfera de esa Residencia de Estudiantes —fundada y animada por su amigo Alberto Jiménez Fraud, quien invita al joven lobo estepario José Moreno Villa, llegado de Friburgo adonde había ido a estudiar química— a instalarse ahí. La invitación sería aceptada y el autor de Garba se instalaría en esta residencia durante casi veinte años sincronizando su rutina laboriosa con la de las generaciones y huéspedes pasajeros que surcan el mar del tiempo desde estas nuevas Navas. Lo que está en juego en esta autobiografía de un autodidacta es algo que a todos nos toca tarde o temprano asumir: la búsqueda y encuentro del propio cuarto, es decir del lugar propio en el mundo, ese lugar en el mundo que es un lugar entre los otros, la búsqueda de un lugar que lleva al descubrimiento de Moreno Villa que se encontró a sí mismo en esa residencia. 


 

 

Salvador Dalí, José Moreno Villa, Luis Buñuel, Federico García Lorca y José Antonio Rubio Sacristán en el parque de la Bombilla, Madrid, mayo de 1926 

 





Dice José Moreno Villa: 

Estaba en la cumbre de mi vida y no había hecho nada que valiera la pena. Todo aquel encierro voluntario había conducido a nada. Seguía teniendo fe en mis dotes poéticas, pero el instinto me decía claramente que iba que- dando oscurecido, entre dos generaciones luminosas, la de los poetas del 98 y la de García Lorca, Alberti, Salinas, Guillén, Cernuda, Altolaguirre, Prados (p. 133). 

José Moreno Villa: Antonio Machado oyendo y leyendo poemas de Moreno, Federico García Lorca amenizando veladas, Alfonso Reyes y Enrique Díez-Canedo confabulando colecciones y líneas editoriales con Mo- reno Villa, Luis Buñuel auscultando el aire en busca de su vocación, Ramón Menéndez Pidal desesperado por el fragor de la guerra, Jorge Guillén y Pedro Salinas recibiendo injustificado un jalón de orejas por un intransigente Moreno Villa... 

 

Residencia de Estudiantes. Ahí, en la residencia, More- no Villa tenía ciertamente una habitación, trasunto de aquella otra originaria que fue la de su casa nativa en Málaga y cuya brillante descripción abre y ordena Vida en claro. Cabe asomarse a ella por el testimonio de su amigo, el poeta Pedro Salinas: 

...no era verdad eso de que ya sólo había olvidado la química que fue a estudiar a Friburgo. Su cuartito era oficina de alquimia y crisopeya, con hornillo de atanor y crisopeyas, cucúrbitas y matraces —nadie lo vio nunca pero yo sé que estaban allí y, como había encontrado la fórmula mágica de la transmutación de las materias, se pasaba las obras trocando poesía en pintura, pintura en poesía.

 


A principios de 1921 se funda en México la “Escuela de Verano” dependiente de la Universidad Nacional, también conocida como escuela de enseñanza para extranjeros, dirigida por Pedro Henríquez Ureña —el mismo que sorprenderá a José Moreno Villa recitando poemas suyos en un viaje a Madrid en 1917 y a la que concurren intelectuales y artistas como Gabriela Mistral, Arturo Torres Rioseco, Howard R. Patch, León Felipe, José Vasconcelos. Luisa Garza-Loreley- y Adolfo Salazar, convidados por Pedro Henríquez Ureña que había animado el Ateneo de la Juventud e inspiró como discreta eminencia gris no pocas de las iniciativas culturales de la Revolución mexicana y, en particular, de los proyectos de José Vasconcelos. Al declararse la guerra civil en España en 1937, la idea fue recordada recalentada en primer lugar por el discípulo más brillante de don Pedro, Daniel Cosío Villegas, y se abrió paso en “las alturas políticas [que] miraban con agrado el proyecto” —como lo consigna Moreno Villa—, incluyendo desde luego al general Lázaro Cárdenas y a Alfonso Reyes, el amigo de Moreno Villa, Isidro Fabela, Eduardo Villaseñor, Jesús Silva Herzog, padre, y al bibliófilo y poeta Genaro Estrada, alto funcionario en la Secretaria de Relaciones Exteriores. Estrada, además de coleccionista y hombre de buen gusto, es autor de obras como Visionario de Nueva España.



La llegada de Moreno Villa a Mexico sucede casi en paralelo con la muerte de Genaro Embajador de España Portugal y Turquia. En la época de Calles ,Portes Gil y Ortiz Rubio.

Me detengo en Genaro porque Moreno Villa se casara con Consuelo Nieto que es la mamá del hijo descrito en sus memoria : Jose Moreno Nieto.

El Monumento de Genaro a cargo de Federico Cantú Fabila

 

Hay como una santa, inexplicable sincronía en esa afinidad no sólo entre ambos espíritus sino en el sistema de vasos comunicantes y correspondencias que se establecería entre la España peregrina del México revolucionario y esta etapa constructiva. Por eso, Moreno Villa confía con cierto azoro: 

Apenas llegado [Genaro Estrada] me comunicó que andaba en la “traída de españoles eminentes” a México [...], 

que su gran ideal era crear en este país un organismo como el Centro de Estudios Históricos de Madrid aprovechando a los intelectuales españoles que iban saliendo de toda España o podían salir.

 

Aquí resulta significativa la evocación que hace Moreno Villa de la orden de Toledo, una orden lúdica —otra forma de educación en 1924— fundada por Buñuel, Dalí, García Lorca, Garfias y Antonio G. Solalinde y René Crevel, y que evoca en 1947: 

¿A qué respondía esta Orden, quién la creó y cuándo, quiénes la integran? Todos los problemas históricos pudieran aclararse como éste si estuvieran en vida los actuantes. Yo mismo, sin saberlo, figuro en ella, por determinación irrebatible del fundador y auto condestable Luis Buñuel.




Moreno Villa era exponente de esa “aristocracia cerrada” de la inteligencia que evocaba Henríquez Ureña en 1920 

Por las noches, después de cenar, nos reuníamos los de la Casa de la Cultura en unas grandes salas. Éramos varias familias y tres solterones, los dos Solanas y yo. Como siempre ocurre, pronto se fue la gente dividiendo y agrupando. Y resultó que yo, sin darme cuenta, mantuve cierta cohesión entre aquello que tendía a fraccionarse. Esto lo supe por una carta que me escribió Navarro Tomás ya que hube salido de España 

Moreno Villa, portador de varias semillas —la de la poesía y la de la pintura, la de la investigación histórica y la del conocimiento de las tradiciones populares, la de la cortesía y la concordia 

 


trato de México en Cornucopia de México de José Moreno Villa 

José Moreno Villa (1887-1955), malagueño, poeta, pintor y crítico de arte, atraviesa diversas generaciones, la del 98, la del 27 y la del 36. Él mismo decía en su autobiografía, Vida en claro, que el instinto le decía claramente que iba quedando oscurecido, entre dos generaciones luminosas, la de los poetas de 98 y la de los García Lorca, Alberti, Salinas, Guillen, 

 Cernuda, Altolaguirre, Prados . 

Confirmando su vocación a la interinidad que lo acompañó toda la vida, 

llegó a México, —"lugar a donde me trajeron las olas en un momento inesperado" — en 1937 como enviado del gobierno republicano; formó parte de los primeros miembros de la Casa de España, ahora Colegio de México

Escultura de Cosío Villegas

Escultura de Palas Atenea en NL Monumento a Don Alfonso Reyes 

Al poco tiempo publicó, en 1940, una serie de textos, fruto de sus primeros años de destierro en ese país, en los que nos ofrece su visión de México en una brillante y directa prosa: Cornucopia de México. 

Sabemos que la elaboración de artículos lo había ocupado en los 

últimos años antes del exilio. En Madrid había publicado una serie de éstos 

en el periódico El Sol de 1935 

Después de año y medio de estancia en México, José Moreno Villa se declara capaz de pintar cosas mexicanas aunque se encontrara en lugares lejanos como Noruega, "para evocar rápidamente una serie grande de signos mexicanos, es decir, de datos plásticos, como casas, caminos, pueblos, perfiles y rostros, fiestas tradicionales, canciones, indumentaria", así como 



10
"el lenguaje, los modismos, la fonética y toda la gramática" . Al decirlo, 

admite que no pensaba en el pintar con los pinceles, impotentes para fijar cosas como la levedad escurridiza del indio, sino con la pluma porque con la palabra evoca el movimiento de la persona: 

Yo no puedo definir con tanta justeza como el dibujo la inclinación de un labio 

azteca en relación con la nariz, ni el espesor de los labios ni la oblicuidad de 12 

los ojos. 


 

Sin embargo, Moreno Villa aclara, en el mismo texto, que si los pinceles son limitados para evocar el movimiento, pueden más que su palabra si se trata de hacer muy palpable la relación proporcional entre una casa y un indio, o entre las facciones de este último o los detalles arquitectónicos. 

El título original "Una visión panorámica de México", se cambió antes 

México, y un poco a su libro, "por lo que tiene de rizado y quebrado" . Considera Moreno Villa la cornucopia como "un resumen del estilo rococó y que sus rizos no son exclusivamente lineales, sino corpóreos, es decir, que si brillan en sus convexidades, presentan sombras profundas en sus concavidades. La cornucopia es un producto de contrastes, contradicciones, 

15 altibajos, claroscuro 

 





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